Aunque en ocasiones la vida de los genios de la música pueda parecerte un cuento de hadas, en muchas ocasiones la realidad es mucho más cruel. Porque ser un genio tiene su contrapartida, tiene un lado oscuro inquietante que transforma la existencia en una pesadilla. Pero lo bueno que tienen los genios es que su talento es tan vasto que sus composiciones acaban convirtiéndose en universales, trascendiendo los diferentes estilos. Y John Francis Pastorius III (con un nombre así cómo no iba a serlo) lo fue por derecho propio, ya que como todos los dioses de la música consiguió transformar su instrumento, tanto espiritual como físicamente. Hablamos por supuesto del bajo eléctrico de Jaco.
Y quizás por eso el nombre de Jaco no ocupa el lugar de otros músicos como Jimi Hendrix, Keith Moon, Paco de Lucía o Miles Davis, porque el bajo ha permanecido siempre en un segundo plano, como si no existiera, inapreciable para muchos oídos. Pero sin embargo la inclusión del sonido de este instrumento en una estructura musical resulta determinante, ya que –aunque sea tenuemente– es el encargado de dotar de sentido a los latidos de un track. Con la aparición de Jaco este estatus de intrascendencia voló por los aires, el bajo eléctrico se convirtió en protagonista, y Jaco lo consiguió reinventando el instrumento con un gesto simple que le diferenciaría de los demás. Cogió una pequeña navaja y arrancó los trastes metálicos de su fender, creó un nuevo sonido, totalmente único y personal, proporcionándole una resonancia similar a la del chelo. Musicalmente Jaco también será recordado por el uso de los armónicos, por primera vez un músico exploró el rango de los armónicos en el bajo eléctrico convirtiendo aquel sonido en sinfónico.
Nacido en Pensilvania pero siendo casi un bebé se trasladó a Florida con su familia, donde fue influenciado por una amalgama de estilos que iba desde la música country a los ritmos cubanos, que el infante Jaco escuchaba en su radio sintonizando las emisoras de la isla vecina. Se formó en bares de mala muerte, en clubs sociales, en fiestas de cumpleaños, en bailes de graduación, pero sobre todo en los apartados barrios afroamericanos dónde su talento acababa con cualquier debate sobre su color de piel. Como miembro de bandas soul como Wayne Cochran and The C.C Riders recorrió todo el país, aplacando su talento en servicio del colectivo, hasta que por casualidad su esposa conoció a Bobby Colombine, miembro de Blood, Sweat & Tears y éste cautivado por el sonido de Jaco le ofreció grabar un disco en New York. ‘Jaco’ (1974) fue una obra maestra, y le abrió de par en par las puertas del estrellato.
Admirado y respetado por el sanedrín más ortodoxo del jazz norteamericano, Jaco comenzó a ser el bajista más solicitado, todo el que tenía un proyecto en mente por aquella época quería contar con él, era tal la locura y la admiración que incluso hubo gente que se rompió los pulgares para poder doblarlos hacia atrás, como hacía Jaco. Trabajó con Joni Mitchel, Mark Ronson y Ian Hunter en All American Alien Boy, formó parte de bandas como Return to Forever y Word Of Mouth, pero donde alcanzó el cenit de su carrera fue como miembro del grupo de jazz fusión Weather Report, desde 1976 hasta 1981, grabando álbumes y realizando giras por distintos países del mundo.
La historia de Jaco te demuestra que no sirve de nada ser un genio, poseer el talento de emocionar con tu virtuosismo al mundo, ser una leyenda viva y el espejo dónde todos tus colegas quieren verse reflejados…, no sirve de nada si tu cabeza no está bien amueblada. El precio de la genialidad a veces es cruel, despiadado, pocos son capaces de canalizarlo lejos de ese sentimiento de autodestrucción que los genios poseen. Tras estar en la cima, el descenso comenzó de forma abrupta y daba la impresión de no acabar nunca, la ruptura familiar, el alejamiento de su esposa , el alcohol, las drogas, vivir en la realidad esquizofrénica de giras interminables, nada de esto ayudó a mantener latente un trastorno bipolar posteriormente diagnosticado. Se sabe que se disparó en los pies en varias ocasiones, cambió un sustento fácil por su firme creencia en lo underground, como prueba su álbum Word of Mouth, al enfrentarse a la Warner Brothers rompieron su contrato y Jaco se encontró en mitad de un océano de angustia sin salvavidas. Sus excesos le llevaron a una espiral oscura, de ser un ídolo tocando para miles de personas en las mejores salas del mundo y en estadios gigantescos, a convertirse en un vagabundo que dormía en un parque y que tocaba una guitarra maltrecha por unas monedas. Como os podéis imaginar su final fue trágico, absurdo e injusto, pero no queremos desvelaros más spoilers, preferimos animaros encarecidamente a que escuchéis el trabajo de Jaco y que reservéis dos horas de vuestra agenda para rememorar la vida de este genio en el apasionante documental que relata su vida.
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